Pay de Limón
¡Un clásico!
INGREDIENTES
- lata de leche condensada (395g).
- 1 lata de leche evaporada (360g).
- Jugo de limón (200 ml) Aprox. 10 limones.
- Dos paquetes de galletas Marías.
PAY DE LIMÓN
- 1. Lo primero que tienes que hacer es colar el jugo de limón para que quede completamente libre de semillas.
- 2. Tendrás que licuar el limón con la leche condensada y evaporada, hasta obtener una pasta que será una de las bases con las que vas a crear el postre.
- 3. En el refractario pondrás una capa de galletas enteras, seguida de una capa de la pasta, procurando no dejar huecos entre ambas y repitiendo el proceso hasta llenarlo.
- 4. La última capa, que debe ser con la pasta, la puedes decorar con ralladura de limón o trozos de galleta enteros y un toque de canela.
- 5. Finalmente tapas el refractario con papel aluminio y lo dejas enfriar durante 3 horas en el refrí para que esté listo para disfrutar.
El pay de limón es una deliciosa explosión de frescura en cada bocado. Su suave y cremosa textura se funde en la boca, mientras que su irresistible sabor cítrico despierta los sentidos. Cada rebanada es como un rayo de sol en un día nublado, llenando el paladar con su vibrante acidez equilibrada con una dulzura sutil.
El pay de limón es la perfecta combinación de lo ácido y lo dulce, creando un festín para los sentidos que deleita tanto al paladar como al alma. Su cremosa consistencia se desliza suavemente sobre el tenedor, revelando capa tras capa de sabor exquisito. Cada cucharada es como un viaje a través de un campo de limoneros en flor, donde el aroma fresco y la jugosa acidez se mezclan en perfecta armonía.
El pay de limón es más que un simple postre; es una experiencia culinaria que transporta a quien lo prueba a un mundo de frescura y deleite. Su suave y sedosa textura se deshace en la boca, liberando un estallido de sabor que despierta los sentidos y deja una impresión duradera. Cada porción es un homenaje a la versatilidad del limón, desde su frescura revitalizante hasta su característica acidez, todo encapsulado en una mezcla perfecta de dulzura y cremosidad. Es un manjar que trae consigo la promesa de momentos compartidos y sonrisas compartidas, creando recuerdos que perdurarán mucho después de que la última migaja haya desaparecido.
